03/02/12

"(...) De mis dias de errancia y de conocimiento,/ un solo día he salvado: el que me salvaba... "

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" VII "

He navegado como Ulises por el noble mar que separa,
con una titánica sonrisa de obediencia al azul,
la isla del último adiós, donde cayó mi mediodía
y el poniente necesario, dulce, de una gloria sangrante.
Sobre la rosa de los astros, siete vientos, atónitos, dejaban
que tan sólo uno se alegrara: el designado para el retorno.
Si el magnánimo héroe durmió en la segura popa
más profundamente que por el vino o la muerte,
es contado tal y como los ojos de los reales marineros lo vieron:
el esfuerzo interior, él lo supo con los dioses,
por lo que yo sé de mí. Oh desnuda,
abandonada la fe a mi favor unió
los dos mundos que me querían de un lado a otro de la sombra!
No atraída por el fin: sino virginal a un impulso
que me atravesaba desde más allá de mi innombrable aventura
y de mis proprias raíces; como dentro del vientre que vive
y el ser que se acaba es todo él florecimiento con las puras
fuerzas primeras, y no es suyo el destino
que lo impregna y lo empuja, como una ascensión de antiguas
aguas, hasta que ha nacido, ha llorado y visto;
y es entonces que tan sólo le convienen nuestras
palabras despierto y dormido. Entre nosotros los humanos,
dioses! las palabras solamente son para entendernos y no para entenderlas:
son el comienzo, tan sólo una señal del destino.
Camino del misterio parecen precedernos y nos dejan
oscurecidos frente a un brocado, tristes ante un eco que huye.
Tan sólo la secreta llave: un recuerdo que viene de vosotros,
dioses! y que no nos alcanza hasta que ya hemos llegado;
esta comparación tal vez, que nos caía súbitamente como una
brillante piedra en las manos, dura en su fría virtud,
y que protegíamos con otras banalidades, hasta que estamos en la viva
arena del fin del mar - repatriados o llegados?
Cómo lo diria, hermanos, si no sé si hablo con vosotros?
Ni si tan sólo podría hablaros? Estoy esperando un dios.
Entre el silencio y el breve suspiro de una ola tranquila
- una señal en el tiempo, para mí solo en el tiempo
anterior a la noche - me traerá de golpe a la orilla,
juvenil y simple, conocedor sin brillo
por la mano, conocida e invisible sobre mi espalda:
mi dios parcial, que me ha elegido por orgullo
hasta la injusticia - digo yo. Para los demás me dará
el aire de un mendigo que espera en los portales.
Tan sólo él y yo sabremos qué guardar del tesoro que yo traía:
no los diamantes del grito, lo apresado y el fuego
(tú los tienes, negra espuma). De mis días de errancia y de conocimiento,
un solo día he salvado: el que me salvaba; y dentro de él,
como las figuras por gracia escogidas que llenan un sueño,
el diferente amor de los que por mí, a mi paso,
por todo lo que me daban han llegado a ser
más aquello que eran; y todo lo que en el estrecho he comprendido.
Oh tesoro, tan real que podría contarlo y elegirlo!
Mientras, sin embargo, no seré rey de mi última paz,
me la guardarán las gentiles Ninfas que tejían con lenta
trama de púrpura y cristal las obstinadas urdimbres
de las corrientes invisibles, dentro del sombrío obrador subterráneo
donde la abeja del páramo va, escurridiza, a fabricar la colmena.
Ítaca, pequeño reino, conozco la profunda cueva!
Olivar arriba, fuera del camino, en la rocalla;
cerrada y sutil como la hora de un pensamiento solitario, para entrar
son necesarios una frente humilde bajo el umbral y un salto.

Carles Riba in " Elegías de Bierville " (Edición bilingue), Libros del Aire, Madrid,
2011, pp 49 - 51 ( Tradução do catalão e prefácio de Marta López Vilar ).
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