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Puedo decir que en tus ojos descansan
las lechuzas,
que acaricias el sol con tus rodillas
cuando desciende cárdeno sobre tu vientre,
que un tigre juguetea en tu regazo,
que tus ojos florecen como la madreselva,
puedo decir que el bosque se calla cuando duermes y lo cubre
la sombra de tus párparos.
Pero no diré nada.
No conozco tu cuerpo si es que tienes alguno.
Las lechuzas, el sol, las colinas, los tigres
son lechuzas y sol y colinas y tigres, y las flores son flores
y el bosque es sólo bosque.
Si me invento tu cuerpo cada día
es para verte un poco más distante,
pues sentirte tan cerca y tan presente sin morir
es difícil.
Arden las plantas de mis pies.
Soy un animal enloquecido
que salta sobre el fuego.
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Chantal Maillard in "Hainuwele y otros poemas", Tusquets Editores,
Barcelona, Barcelona, 2009, p 97.
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