17/11/11

Acerca de...(VIII)

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Reseñas de libros: " Voces actuales de la poesía portuguesa... "

En varias ocasiones, he comprobado que el mejor indicio de la repercusión que una literatura determinada tiene en la sociedad es la variedad de títulos que podemos encontrar en los estantes de una librería. Así de cotidiano y de fiable. En el caso de la poesía portuguesa, tan cercana geográficamente a nosotros, casi gemela, esta ecuación puede aplicarse y llegaremos a un resultado nada sorprendente: una presencia tímida y segura en sus títulos. La poesía portuguesa se encuentra en España amparada casi siempre por la perpetuidad exitosa de los clásicos: Camões, las obras completas de Pessoa, algunos hermosos vestigios de Eugénio de Andrade, mínimos latidos del saudosista Teixeira de Pascoaes y de la delicadeza herida de Florbela Espanca. Muy poco de Manuel Alegre, al igual que muy poco de Sophia de Mello y Jorge de Sena. Siempre existe alguma sorpresa, pero ese sentimiento siempre será una excepción.
Tan lejos y tan cerca, a la vez. Y esa lejanía entristece, porque Portugal posee voces que embellecen la poesía, su existencia. Más allá del magnífico y enigmático Fernando Pessoa, más allá de su fantasma múltiple y perfecto, hay poetas que siguen dignificando la poesía en portugués.
En mis numerosas viajes a Lisboa he tenido la oportunidad de acercarme al latido tranquilo y rítmico de la poesía portuguesa contemporánea. Durante mis paseos por librerías lisboetas como la hermosa y culturalmente activa "Fabula Urbis" de la rua Augusto Rosa - regentada por un hombre sabio y agradable como es João Pimentel -, la lebrería "Portugal" del Chiado o las más comerciales - pero no peores - como "Bulhosa" de Campo Grande, he podido encontrar poetas de peso, de verso redondo, poéticamente habitables: la silenciosa voz de Cristovam Pavia, la cristalina presencia de Albano Martins, el sobrecogedor abandono trascendente y melancólico de Ruy Belo o el ritmo hilado de Manuel Gusmão, entre otros. Esta lista podría alargar-se infinitamente. Por ello, me centraré en dos libros que vieron la luz en Portugal en la editorial Labirinto en 2010 y 2011: Regresso (2010), de Victor Oliveira Mateus y A incidência da luz, de Graça Pires.
El libro de Oliveira Mateus ya dice mucho en su título. En él acontece un regresso, un regresso a sí mismo. Pero no debemos quedarnos ahí. Late en él ese regreso de Novalis hacia el alma como quien regresa al origen: " Volver atrás/ para encontrar el principio: y a mí través de él." dice en su poema "Alucinación". Este poemario tiene la belleza de los viajes, pero los verdaderos viajes son los parten de la soledad, desde la otredad de quien contempla el mundo como si la memoria ungiera con sus aguas la pureza de la primera existencia. Es un libro puro en cuanto desposesión asume la voz poética: "Cuando partí estaban/ todos atareados viajando, pero de otro modo". La pérdida llega desde esa diferencia del que se contempla en la distancia para regresar, para fundirse con su origen, como místicamente lo hizo Plotino.
Oliveira Mateus se reconstruye a través de la poesía, se encuentra en ella como en diversas fotografias de sí mismo. Creo que no hay maior nostalgia que aquella que surge de contemplar a quien se fue en una fotografia. Mirar-se a los ojos, a través del velo del tiempo, es recortar una ausencia. Oliveira Mateus se recorta en imágenes de Turin o del río Po desembocando en Venecia, aunque quién sabe si también recuerda a Virgilio su desembocadura en el Hades.
Todo en este libro es una presencia dashabitada enmarcada en una ciudad. En esa misma cuidad donde se dan encuentros que pudieron ser y no fueron. Nadie como la memoria tiene la habilidad de llevar al acontecimiento aquello que nunca fue. Quizá por eso el recuerdo salve. Quizá por eso hiera también: "Grito dentro del paisage. Grito y la convulsión/ del verde arrasa las colinas enfrente (...)". La voz poética sabe que de ninguna reconstrucción se sale indemne. Siempre asusta ese pequeño desplazamiento del color, esa variante tímida de la tonalidad que hace que no reconozcamos el lugar. Quién o qué ha provocado ese cambio? Tal vez el triste vacío que siempre queda al regresar, el envejecimiento que emana de las cosas perdidas: "Y está también tu rostro, casi sin contornos:/ sombra disolviéndose en la sombra". La sombra, ese camino que nos hace regresar, siempre hace el recuerdo más inhóspito, a veces fingido: "Donde ese Parque de memoria y fingimiento?". Lo que se enmascara siempre produce inquietud, pero también busca proteger una verdad, el recuerdo puro, perdido, de sí mismo.

   Marta López Vilar in "Ojos de Papel", Madrid, Julio 2011.
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