28/02/13


   "  Poema  "


Em todas as ruas te encontro
em todas as ruas te perco
conheço tão bem o teu corpo
sonhei tanto a tua figura
que é de olhos fechados que eu ando
a limitar a tua altura
e bebo a água e sorvo o ar
que te atravessou a cintura
tanto    tão perto    tão real
que o meu corpo se transfigura
e toca o seu próprio elemento
num corpo que já não é seu
num rio que desapareceu
onde um braço teu me procura

Em todas as ruas te perco
em todas as ruas te encontro


  Andrade, Eugénio de. Variações Sobre um Corpo. Porto: Editorial Inova, 1973, p 39.
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27/02/13

"(...) o seu principal mérito encontra-se na frescura que o autor proporciona..."



   Embora o Realismo encontre o seu modo de expressão adequado no género narrativo, o impulso lírico que Antero de Quental deu à nova consciência artística (...) tornou possível que os poetas pudessem optar por uma expressão realista não necessariamente em confronto com o lirismo. É preciso referir, no entanto, que a maior parte destes autores não foram capazes de proporcionar qualquer plasticidade às suas produções caracterizadas pela rigidez e pelo prosaísmo.
   Entre estes poetas realistas, João de Deus talvez seja o mais reconhecido em Portugal, mais pela sua aproximação ao estilo e temáticas populares do que propriamente pelos sucessos literários. Na realidade, estamos perante uma espécie de autor vagabundo cujo estilo deixa transparecer todos os defeitos e virtudes inerentes à língua popular. As suas composições ingénuas, repassadas de tradicionalismo católico, tratam sobretudo do tema amoroso e satírico e o seu principal mérito encontra-se na frescura que o autor proporciona ao panorama de fria retórica pós-romântica.
 
 
  Iáñez, E. História da Literatura Vol. 7: o século XIX Realismo e Pós-Romantismo. Lisboa: Planeta Editora, 1997, p 328.
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25/02/13

" Ainda se os desfizesse... "



   " Dia de Anos "

Com que então caiu na asneira
De fazer na quinta-feira
Vinte e seis anos! Que tolo!
Ainda se os desfizesse...
Mas fazê-los não parece
De quem tem muito miolo!

Não sei quem foi que me disse
Que fez a mesma tolice
Aqui o ano passado...
Agora o que vem, aposto,
Como lhe tomou o gosto,
Que faz o mesmo? Coitado!

Não faça tal; porque os anos
Que nos trazem? Desenganos
Que fazem a gente velho:
Faça outra coisa; que em suma
Não fazer coisa nenhuma,
Também lhe não aconselho.

Mas anos, não caia nessa!
Olhe que a gente começa
Às vezes por brincadeira,
Mas depois se se habitua,
Já não tem vontade sua,
E fá-los queira ou não queira!

Deus, João de. Campo de Flores, Tomo II. S/c: Promoclube, s/d.,  pp 21 - 22.
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23/02/13

Ontem...

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No recital de ontem, em Valência, foram ditos textos de Seferis, Montale, Ritsos, Quasimodo, Yeats, Daniel Faria e a excelente tradução - feita por José Ángel Garcia Caballero - da minha "Antígona". Segundo me relatam foi bastante bom o acolhimento deste texto... Partilho o êxito com o tradutor: só um grande escritor consegue fazer uma tradução destas! Obrigado a todos!!!
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ANTÍGONA

Tal vez prefirieses gritos, súplicas
o -¿quién sabe?- que rasgase
las vestiduras y me deshiciese. Aunque, temible
Creonte, yo poseo la experiencia
de quien no cede, de quien recorre
las sendas de los márgenes y apenas oye
el antiguo saber de la tierra, el único al que vivos
y muertos pertenecen
y nos hierve en las venas sin que sepamos
cómo ni por qué. Puedes, ¡oh, hábil!,
combinar las palabras, confundir
las frases en discursos y experimentos
de gloria... Pero tu gloria no pasará
de un mero nombre, e incluso ese con tantas dudas
debatiéndose;
tu gloria –esa pequeña barca
de pergamino pudriéndose en las playas
jónicas. No eres nada, ¡oh ridículo mensajero
de lo nuevo!, y ninguna máscara aumentará
esa inmensidad de nada, que jamás
conseguirás disimular. Podrás perseguir,
difamar, convencer a otros de que también
lo hagan, pero nunca eludirás el imperturbable
movimiento del gran ciclo, ese
donde los dioses cobran todos los gestos
según el orden del tiempo; lugar
en donde nos movemos: breves,
banales… y tal vez, dispensables.

Victor Oliveira Mateus (Em "Meditações sobre o fim"; Ed. Hariemuj 2012) (Trad. José A. García Caballero)
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21/02/13

"(...) se cree que se lo dió con la condición de que gobernara según las exigencias del bien común, no tiránicamente. "


                      " La sedición es intrinsecamente mala? "

1. Se llama sedición toda lucha colectiva que se da dentro de un mismo Estado. Puede entablarse entre dos partidos o entre el soberano y su pueblo.
Primera conclusión: La sedición entre dos partidos de un Estado siempre es ilícita en el bando que inicia la agresión, pero es justa en el que se defiende.
La segunda parte de la conclusión es evidente por sí misma. Se demuestra la primera. En este caso no existe ninguna autoridad legitima que pueda declarar la guerra, pues ésta reside en el soberano, como hemos visto en el capítulo segundo.
Se objetará: El soberano puede a veces delegar esa autoridad si urge una grave necesidad del bien público. Mas entonces diremos que ya no se cree que inicia la agresión una parte del Estado, sino el mismo soberano. Así que no existe la sedición de que hablamos. Pero qué diremos si esa parte del Estado ha sido verdaderamente ofendida por la otra y no puese obtener su derecho por medio del príncipe? Es mi respuesta que no puede más que lo que un simple particular puede hacer, como se colige fácilmente por lo que tenemos dicho.
2. Segunda conclusión: La guerra del pueblo contra su soberano no es intrinsecamente mala, aunque ella sea agresiva; deben cumplirse, sin embargo, las otras condiciones de una guerra justa para que ésta sea honesta. Solamente tiene lugar esta conclusión en el caso de que el príncipe sea un tirano; puede ocurrir de estas dos maneras, como anota el cardenal Cayetano ( Secunda Secundae, quaest. 64, art. 3, ad. 3.): primera, si el príncipe es tirano en cuanto a su dominio y poder; segunda, si solamente es tirano en cuanto a la manera de gobernar. Cuando sucede la tiranía de la primera clase, el Estado, en cuanto tal, y aun cualquiera de sus miembros, tiene derecho a levantarse contra el tirano; cualquier ciudadano podrá vengar al Estadi de esta tiranía (...). Porque el príncipe es agresor e inicuamente tiene declarada la guerra a la República y a cada uno de sus miembros. Todos los ciudadanos tendrán derecho a defenderse. Es la opinion del cardenal Cayetano ( Ibídem, art.3.) y puede deducirse de la doctrina de Santo Tomás (Ibídem, dist. 44, quaest. 2. art. 2).
Juan Hus enseño esta misma doctrina con relación a la segunda clase de tiranía; más aún, la aplicó a todo superior que es injusto. Tesis que fué condenada en el Concilio de Constanza. Por tanto, la doctrina es que ningún particular, ni poder imperfecto que no sea soberano, puede justamente empreender una guerra de agresión contra ese tirano; esta guerra sería una auténtica sedición. La razón es obvia. Aquel príncipe es verdadero soberano, como se supone, y los súbditos no tienn derecho a declararle la guerra, sino únicamente a defenderse; situación que no tiene lugar en esta clase de tiranos, ya que éste obrando así no siempre hace injusticia a sus miembros; además de que si éstos fueran objeto de agresión, únicamente podrían hacer lo que fuera necesario a su propria defensa.
Sin  embargo, el Estado, como tal, podría rebelar-se contra este tirano. En este caso no se levantará en auténtica sedición, supuesto que este nombre se acostumbra a tomar en mal sentido. Porque en estas circunstancias el Estado es superior al rey, pues habiéndole entregado él su poder, se cree que se lo dió con la condición de que gobernara según las exigencias del bien común, no tiránicamente. Si no lo hiciera así, el mismo Estado podría quitarle el poder de soberanía. Pero hay que suponer que él, real y manifestamente, gobierna en tirania y que concurren las otras condiciones que se han establecido para la licitud de la guerra. Léase a Santo Tomás (De Regimine Principum, lib. 1, cap. 6.)
3. Tercera conclusión: La guerra de un Estado contra su rey, que no es tirano de ninguna de estas dos formas, con toda propriedad se llama sedición y es intrinsecamente mala.
La conclusón es evidente y consta por el hecho de que en este caso no concurren autoridad legítima ni causa justa. Desde el punto de vista contrario, se deduce de esto que la guerra de un príncipe contra el Estado que le está sujeto puede ser justa por razón del poder que es legítimo si se cumplen también las otras condiciones de guerra; pero si éstas faltan, la guerra será totalmente injusta.
 
  Suárez, Francisco. Guerra, Intervención,Paz Internacional ( Capº Octavo). Madrid: Ed. Espasa-Calpe, 1956, pp 125 - 127.

20/02/13

Contributo para uma polémica...

Como andam por aí uns senhores dizendo que os alunos do ISCTE abalroaram a Democracia, eis o meu singelo contributo:
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"Toda a gente concorda que a função daquele que detém o poder é conhecer sempre a situação do Estado, com a condição de cuidar do bem comum e de fazer o que é útil à maior parte dos súbditos."

 ESPINOSA. Tratado Político ( Capítulo VII, parágrafo 3). Lisboa: Editorial Estampa, 1977, p 69.
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19/02/13

 
 
  ( Poema XIII do Ciclo A Arrábida )
 
 
Ó cidade, cidade, que trasbordas
De vícios, de paixões e de amarguras!
Tu lá estás, na tua pompa envolta,
Soberta prostituta, alardeando
Os teatros, e os paços, e o ruído
Das carroças dos nobres recamadas
De ouro e prata, e os prazeres de uma vida
Tempestuosa, e o tropear contínuo
Dos férvidos ginetes, que alevantam
O pó e o lodo cortesão das praças;
E as gerações corruptas de teus filhos
Lá se revolvem, qual montão de vermes
Sobre um cadáver pútrido! Cidade,
Branqueado sepulcro, que misturas
A opulência, a miséria, a dor e o gozo,
Honra e infâmia, pudor e impudicícia,
Céu e Inferno, que és tu? Escárnio ou glória
Da humanidade? O que o souber que o diga!
 
...   ...   ...   ...   ...   ...
 
Vê-lo, rico de opróbrio, ir assentar-se
Em joelhos nos átrios dos tiranos,
Onde, entre o lampejar de armas de servos,
O servo popular adora um tigre?
Esse tigre é o ídolo do povo!
Saudai-o; que ele o manda: abençoai-lhe
O férreo ceptro: ide folgar em roda
De cadafalsos, povoados sempre
De vítimas ilustres, cujo arranco
Seja como harmonia, que adormente
Em seus terrores e senhor das turbas.
Passai depois. Se a mão da Providência
Esmigalhou a fronte à tirania;
Se o déspota caiu, e está deitado
No lodaçal da sua infâmia, a turba
Lá vai buscar o ceptro dos terrores,
E diz: "É meu"; e assenta-se na praça,
E envolta em roto manto, e julga, e reina.
Se um ímpio, então, na afogueada boca
De vulcão popular sacode um facho,
Eis o incêndio que muge, e a lava sobe,
E referve, e trasborda, e se derrama
Pelas ruas além: clamor retumba
De anarquia impudente, e o brilho de armas
Pelo escuro transluz, como um presságio
De assolação, e se amontoam vagas
Desse mar d'abjecção, chamado o vulgo;
Desse vulgo, que ao som de infernais hinos
Cava fundo da Pátria a sepultura,
Onde, abraçando a glória do passado
E do futuro a última esperança,
As esmaga consigo, e ri morrendo.
 
Tal és, cidade, licenciosa ou serva!
Outros louvem teus paços sumptuosos,
Teu ouro, teu poder: sentina impura
De corrupções, teus não serão meus hinos!
 
  Herculano, Alexandre. A Harpa do Crente. Mem Martins: Pub. Europa-América, 2ª Edição, pp 64 - 66.
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18/02/13


("Poema XXIV" do Ciclo A Semana Santa )


Minha pátria onde existe?
                     É lá somente!

Oh, lembrança da Pátria acabrunhada
Um suspiro também tu me hás pedido;
Um suspiro arrancado aos seios d'alma
Pelo ofuscada glória, e pelos crimes
Dos homens que ora são, e pelo opróbrio
Da mais ilustre das nações da Terra!

A minha triste pátria era tão bela,
E forte, e virtuosa!, e ora o guerreiro
E o sábio e o homem bom acolá dormem,
Acolá, nos sepulcros esquecidos,
Que a seus netos infames contam
Da antiga honra e pudor e eternos feitos.
O escravo português agrilhoado
Carcomir-se lhes deixa junto às lousas
Os decepados troncos desse arbusto,
Por mãos deles plantado à liberdade,
E por tiranos derribado em breve.
Quando pátrias virtudes se acabaram,
Como um sonho da infância!...
                  O vil escravo,
Imerso em vícios, em bruteza e infâmia,
Não erguerá os macerados olhos
Para esses troncos, que destroem vermes
Sobre as cinzas de heróis, 3, aceso em pejo,
Não surgirá jamais? Não há na Terra
Coração português que mande um brado
De maldição atroz, que vá cravar-se
Na vigília e no sono dos tiranos,
E envenenar-lhes o prazer por noites
De vil prostituição, e em seus banquetes
De embriaguez lançar fel e amarguras?

Não! Bem como um cadáver já corrupto,
A Nação se dissolve: e em seu letargo
O povo, envolto na miséria, dorme.

  Herculano, Alexandre. A Harpa do Crente. Mem Martins: Pub. Europa-América, 2ª Edição, p 42.
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14/02/13

                                                        Auta de Souza ( 1876 - 1901 )

                 " Melancolia "


Sinto no peito o coração bater
Com tanta força que me causa medo...
Será a Morte, meu Deus? Mas é tão cedo!
Deixai-me inda viver.

Tudo sorri por este campo em flor
O Amor e a Luz vão pelo Céu boiando...
Só eu vagueio a suspirar, chorando
Sem Luz e sem Amor.

Lutando sempre com uma dor cruel
Cheia de tédio e desespero, às vezes;
Minh'alma já tragou até as fezes
O cálice de fel.

E o coração no seio a palpitar,
Como se acaso não tivesse crença,
Pulsa com a força indefinida, imensa
Dos vagalhões do Mar.

  Souza, Auta de. La Poésie du Brésil, Anthologie du XVIe au XXe siècle. Paris: Éditions Chandeigne, 2012, p 482 ( Choix, présentation & traduction de Max de Carvalho. Parnassiens et Symbolistes).
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                                                       Júlia da Costa ( 1844 - 1911)


                 " Amélia "


Quando no centro dos bosques
A rolinha pipilar,
Uma saudade me manda
Nas ondas do alto-mar.

Nas ondas do alto-mar
Quando a noite for formosa,
Me manda de teu piano
Uma nota harmoniosa.

Uma nota harmoniosa
Que defina o teu sentir;
Que me traga uma saudade,
Que me mostre o teu sorrir.

 Costa, Júlia da. La Poésie du Brésil, Anthologie du XVIe au XX siècle. Paris: Éditions Chandeigne, 2012, pp 340 - 342 (choix, présentation & traduction de Max de Carvalho, chapitre "Romantiques").
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13/02/13

" ... os seus lindos cabelos louros presos na fronte por uma grinalda... "


 
(Nota - parece haver uma obsessão de rotulagem relativamente aos poetas que se debruçam, ou que não ignoram, o mundo interior, levam imediatamente com o estigma de românticos, pós-românticos ou ultra-românticos. Não estarão alguns deles mais próximo da psicanálise da Kristeva, do cognitivismo de Christophe André do que de Fichte, Holderlin e tantos outros? Fica a pergunta no ar. No entanto, irei postar alguns autores brasileiros: românticos (Casimiro de Abreu e Júlia da Costa) e simbolista (Auta de Souza)... Para se verem as diferenças!)
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     " A Virgem Loura ( Páginas do Coração ) "


IV
   Mas o que me acontecia quando eu era pequeno, aquilo que vos quero contar, é uma coisa que de certo tem acontecido a todas as crianças e em que bem poucas terão feito reparo.
   Era uma mulher de uma beleza extrema e de uma graça encantadora que, sempre coroada de rosas e sorrindo-se ternamente, vinha todos os dias associar-se a nossos folguedos e partilhar nossas alegrias e pesares. Era uma virgem; dizia-o a pureza de seus belos olhos e a suavidade da fala.
   Apesar de tantos anos, vou tentar pintá-la como a vi na infância. Se o retrato sair imperfeito e as cores esmorecidas, desculpem-me; a minha palheta não é variada, e ao tocar nessas páginas do coração, a mão treme e o pincel nodoa a tela.
V
(...)
-Era bela, - já vos disse,- e não acho com que a possa comparar.
- Uma vestal?
- Seria; mas seu rosto divinamente belo, nem sempre tinha essa suavidade angélica das vestais antigas (...)
   Naquele tempo eu vi-a sempre bondosa, terna e ingênua.
   Quando ela sacudia aquela cabeça digna da estatuária antiga, os seus cabelos, os seus lindos cabelos louros presos na fronte por uma grinalda, fugiam e flutuavam livres em graciosos anéis.
   Trajava roupas talares, tão alvas e tão alvas, que todos nós temíamos manchá-las quando as tocávamos.
   Era muito linda; mas o que eu sobretudo admirava, na minha ingenuidade infantil, era a pureza e o brilho de seus olhos azuis que refletiam a cor do céu. Como eram belos! Nas horas de oração, de joelhos a nosso lado, ela erguia esses olhos para Deus e conservava-os assim longo tempo num êxtase; então eu via que, suspensa de suas pálpebras tremia e brilhava uma lágrima como o cristal no lampadário do templo. E chorávamos também, e uníamos as nossas vozes frescas à sua voz melodiosa que entoava o cântico da infância sublime de simplicidade.
   A minha virgem vivia sempre cantando; mas fazia-o com tal suavidade, com tal sentimento, que nós, suspensos e imóveis, ficávamos presos a esse doce gorjeio que nos despertava sensações desconhecidas.
...
X
   Mas depois...a - Virgem Loura - volúvel e caprichosa como todas as mulheres, abandonou-me.
(...) Fatal dia! Negra hora!
   Desde então fugiu-me a - Virgem Loura - e debalde a tenho procurado no clarão da lua, na luz das estrelas, nas ondas do mar, nas flores do prado, em tudo; nunca mais a vi!
(...)
- Mas quem era - a Virgem Loura?
- A de olhos azuis?
- Sim.
- Aquela que eu amava?
- Sim.
- Pois não adivinharam?!... Era a poesia.

  Abreu, Casimiro de. Narrativas. Lisboa: CLEPUL da Faculdade de Letras da Universidade de Lisboa, 2012, pp 65 - 71 ( Edição, apresentação e notas de Maria Eunice Moreira).
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11/02/13

"O universo não é produto das trevas e da ausência de razão."

 
(Nota- os temas da Razão, da Fé, da Criação e das Ciências Naturais no pensamento de Joseph Ratzinger).
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                            1. O carácter racional da fé na criação
 
   Esta compreensão tem de ser aprofundada ao longo de duas linhas de pensamento. A primeira coisa que temos de considerar é o "isso" da criação. Esse "isso" exige uma razão; ela aponta para o poder que estava lá no início e que pôde dizer: "Faça-se...". No século XIX isto era visto de outra maneira. As ciências naturais estavam profundamente influenciadas por duas grandes teorias: a da conservação da matéria e a da conservação da energia. Por conseguinte, o universo parecia ser um cosmos eterno, governado pelas imutáveis leis da natureza, dependente apenas de si mesmo e não necessitando de nada que lhe fosse exterior. Estava ali como um todo e por isso Laplace pôde dizer: "Já não preciso da hipótese de Deus". Entretanto, foram feitas novas descobertas. A teoria da entropia postula que a energia que é utilizada numa determinada área já não poderá ser recuperada. Isto significa que o universo está sujeito tanto à mudança como à destruição. O carácter temporal está inscrito nele. Depois disto, veio a descoberta de que a matéria se pode converter em energia, o que alterou substancialmente as duas teorias da conservação. Seguiu-se a teoria da relatividade, entre diversas outras que mostraram que o universo está de facto marcado pela temporalidade, uma temporalidade que nos fala de um início e de um termo, e da passagem de um princípio para um fim. Mesmo que fosse realmente impossível medir o tempo, poder-se-ia ainda assim compreender, através da obscuridade de biliões de anos, pela consciência da temporalidade, o que a Bíblia designa por princípio - o princípio que aponta para Aquele que teve o poder de dar origem ao ser e de dizer "Faça-se...", e assim aconteceu.
   Uma segunda consideração vai além do mero "isso" do ser. Ela tem a ver com o desígnio do universo, o modelo que foi usado na sua criação. Daquele "faça-se" não resultou a criação de uma qualquer amálgama casual. Quanto mais sabemos acerca do universo, mais profundamente nos sentimos impressionados por uma Razão cujos métodos só podemos contemplar com assombro. Ao aprofundá-los, podemos entender de uma maneira nova a Inteligência criadora à qual devemos a nossa própria razão. Albert Einstein afirmou que nas leis da natureza se revela uma Razão supeior" tal que tudo o que de significativo emergiu da razão e da concepção humanas é, em comparação com ela, o mais pobre reflexo". No infinitamente grande, no mundo dos corpos celestes, vemos revelada uma poderosa Razão que sustenta o universo. E estamos a penetrar cada vez mais no infinitamente pequeno, na célula e nas unidades primordiais da vida. Aí também descobrimos a Razão que nos surpreende, de tal modo que devemos dizer com São Boaventura: "Quem não vê aqui é cego. Quem não ouve aqui é surdo. E quem aqui não começa a adorar e a louvar a inteligência criadora é mudo." Jacques Monod, que rejeita toda a fé em Deus por ser não-científica e pensa que o mundo teve a sua origem numa interacção entre o acaso e a necessidade, afirma, na mesma obra em que procura apresentar e justificar sumariamente a sua perspectiva acerca do mundo que, depois de ouvir as suas conferências que foram posteriormente publicadas em livro, François Mauriac terá afirmado: "Aquilo de que este professor nos quer convencer é muito mais inacreditável do que aquilo em que se esperava que nós, simples critãos, alguma vez acreditássemos". Monod não nega isto. De acordo com a sua tese, todo o conjunto da natureza resultou de erros e dissonâncias. E não pode fazer mais do que dizer a si mesmo que uma tal concepção é absurda. No entanto, segundo ele, o método científico não permite que seja formulada qualquer questão para a qual Deus seja a resposta. A única coisa que podemos dizer é que um tal método é patético. É o próprio Deus que resplandece através da racionalidade da sua criação. A física, a biologia e as ciências naturais em geral deram-nos uma nova e inaudita explicação da criação, com novas imagens grandiosas que nos permitem reconhecer o rosto do Criador, e que nos permitem precisamente reconhecer, mais uma vez, que no princípio e no fundamento de todo o ser há uma Inteligência criadora. O universo não é o produto das trevas e da ausência de razão. Ele emerge da inteligência, da liberdade e da beleza que se identifica com o amor. Compreender isto dá-nos coragem para continuar a viver, confere-nos autonomia e faz-nos sentir confortados para assumirmos, nós próprios, a aventura da vida.
 
 
   Ratzinger, Joseph. No Princípio Deus Criou o Céu e a Terra. Cascais: Princípia Editora, 2009, pp 32 - 34.
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10/02/13

Relato...

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                                           “ Eneias e o Anjinho”

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Monsieur entrou ofegante: mochila logo à porta da sala, o blusão atirado para cima dum  sofá.
Vai sair os verbos e as funções sintácticas!, disse. O.K!, puxa então a tua mesa para ao pé da minha! Veio a mesa, veio a mochila vomitando compêndios, folhas A4, um estojo… Dá cá o livro para eu escolher um texto. Ele deu. Eu escolhi. Começámos ambos à cata de verbos que ele ia cantando nos mais diversos tempos, modos e pessoas. Quando dei por encerrada aquela parte da aula, eis que ouço: não me perguntaste o mais que perfeito do conjuntivo! E zás, varreu-se-me tudo: nem perfeito, nem conjuntivo, nem nada… E quanto eu mais procurava, mais se adensava a branca. Eh, não sabes o mais que perfeito do conjuntivo!, exclama o anjinho. Tá calado, rapaz, não vez que estou cansado! Não sabes, não sabes: é aquele que tem o “tivesse”, que vimos no outro dia. Há um a zero, pensei eu! Acabou!, pus eu aquela cara agressiva que, às vezes, lá consegue ir convencendo. Agora vamos às orações!, decreta Monsieur. Eu arrumo as gramáticas, as notas, as brancas… Ai queres orações?, então começa já a dizer o Pai-Nosso!, finjo-me eu zangado. Eh, é orações, mas não é dessas… E lá fomos em busca das orações perdidas. Era um texto que falava de pescadores, de tubarões e de todo o tipo de actividades marítimas. De repente surge-me algo do estilo: “(…) e tinham-nos trazido estendidos sobre tábuas estreias”. Sujeito?, pergunto. Não tem! Não tem?! Espera, espera… Torce-se na cadeira, sua, debruça-se sobre a página: tem, tem… Tem?! Sim, está subentendido! Em que é que ficamos é inexistente ou está subentendido? Eh, pá, já te disse: tá subentendido! Depois, nova luta por causa do “nos”… Enorme discussão para o convencer que o “nos” não se referia a “nós” mas aos tubarões, logo não podia ser complemento directo… Finalmente acabou o primeiro round com um a zero.
No dia seguinte Monsieur delimita logo as tarefas: temos de ver Os Lusíadas, porque também vai sair. Lusíadas às 17h depois de um dia inteiro de volta do Realismo francês era tarefa de leão, mesmo assim aceitei. Sabias, pergunta-me ele com ar erudito, que o Camões não começa a contar logo do princípio, ele começa a meio, na ilha de Moçambique, sabias? Respondo: não, não sabia, por isso é que tu estás aqui pra me explicar! Não o deixo ir para a ilha de Moçambique sem primeiro atacarmos a Proposição, a Invocação e a Dedicatória. Ele começa a ler… Pára aí! Olha-me: que foi? É que eu quero saber se estás a ler Os Lusíadas ou a fazer um relato de futebol. Ri. Retoma a leitura. Pára aí! Olha-me de novo: que foi agora?Agora?!, agora não estás a fazer um relato de futebol, mas deves estar a ler um mail… isso não tem ritmo, entoação, pontuação? Eh, pá, és um chato! E lá atacamos as estrofes que eu pretendia. O anjinho sabia tudo: o Trajano, as Tágides, o engenho, as rimas, todos os tipos de estrofes dos dísticos às oitavas, mas… eis que cavei a minha perda: “cessem do sábio Grego e do Troiano”, falei-lhe de Homero, fui à estante buscar a Ilíada e a Odisseia e fiz-lhe – passe a redundância!- duas breve sínteses, mas quando cheguei ao Troiano veio de novo a branca… Branca-branca que só me conseguia lembrar do Príamo, do Paris, do Heitor, mas não era nenhum desses. Então oiço: eh, não sabes quem é o Troiano! Eu penso: “prontus”, dois a zero! O anjinho ergue a cabeça para me explicar: o Camões está a falar de Eneias, é que ele foi influenciado por Virgílio, pela Eneida… Eh, não sabias! De um jacto levanto-me, vou à estante e tiro o “Obras de Virgílio”, na tradução do Agostinho da Silva, e mostro-lhe a Eneida toda sublinhada. Não me interessa, insiste o anjinho, não foste tu que sublinhaste… não sabias quem era Eneias. E ria, ria… Eu também ria, mas para dentro, a fingir-me zangado…
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06/02/13

   Fernando Namora, saído jovem da universidade de Coimbra, inicia um périplo voluntário que o enraíza na alma do povo rural pobre, fundindo as suas preocupações estéticas com as necessidades de sobrevivência do povo que ia retratando. Como médico, vive longos anos em Condeixa, sua terra natal, Tinalhas e Monsanto, cerca de Castelo Branco, e Pavia, no Alentejo. João Semana espontâneo, Namora, confrontado com o estado geral de pobreza dos camponeses, escreve o magnífico Retalhos da Vida de Um Médico, I Série, 1949, Casa da Malta, sobre ganhões migrantes, 1945, Minas de S. Francisco, em 1946, A Noite e a Madrugada, em 1950, e, finalmente, a sua obra-prima da arte da narração, um dos mais belos e mais bem escritos romances do século XX e peça de altar do neorrealismo português pela densidade das personagens e coesão harmónica da ação: O Trigo e o Joio, 1954. Em todos estes romances, Fernando Namora, em imagens estéticas vivas e intensas, retrata a avassaladora miséria económica do quotidiano português da primeira metade do século XX.
   Nesta fase rural de Namora, a sua escrita confunde-se com o ideário neorrealista, embora sem se identificar de um modo pleno com este movimento do ponto de vista filosófico, como Urbano Tavares Rodrigues, em 1980, muito lucidamente sublinhou em "O Rosto e a Máscara na Obra de Fernando Namora", e como o próprio Namora, em 1961, ressalva no seu opúsculo Esboço Histórico do Neo-Realismo, considerando o neorrealismo esgotado como projecto literário subsidiário de uma repetição monótona de "temas, ambientes e processos estilísticos". Porém, criativamente, O Trigo e o Joio passará à história como o mais alto monumento estético do nosso neorrealismo possível, isto é, um neorrealismo cujos "temas" se centram na exploração económica do campesinato e não do operariado, cujos "ambientes" se circunscrevem maioritariamente ao ruralismo e cujos "processos estilísticos" nunca superam o documentarismo realista - teses de Namora.
   Entre 1956 e 1965, Fernando Namora instala-se em Lisboa, trabalhando no Instituto Português de Oncologia. Lisboa inspira em Namora uma nova alma, correspondente a uma nova fase da sua obra. Os três livros seguintes, O Homem Disfarçado, de 1957, Cidade Solitária, de 1959, e Domingo à Tarde, de 1961, são expressão deste segundo Namora, que,  sem ferir os seus princípios de cidadão interiorano, soube acolher o pulsar da capital. Lisboa vive então o frenesim criado pelo choque surdo entre diversas correntes literárias, e Namora, mente montesina, experimenta o sabor de uma pulsão estética nascida em Portugal na década de 50, o existencialismo de origem francesa, que acabara de evidenciar a sua cristalização consagrante em Aparição, Vergílio Ferreira, publicado em 1959. Namora confronta-se com esta mentalidade urbana pós-Segunda Guerra Mundial e, acompanhando a História, acolhe-a nos três últimos livros citados, promovendo uma bem conseguida ponte estética entre realismo e existencialismo. Se O Trigo e o Joio se constitui como a sua obra exemplar do período neorrealista, a exploração das nuances da psicologia humana em Domingo à Tarde torna este livro o seu equivalente para esta segunda fase da sua obra.
   Em 1966, publica Diálogo em Setembro, "romance-ensaio" no dizer de Mário Sacramento (Fernando Namora, Lisboa, Arcádia, s/data, p. 81), ou crónicas romanceadas, no dizer do próprio Namora, romance que aproxima a obra do autor do esteticismo presente na narrativa portuguesa da década de 60.
 
  Real, Miguel. O Romance Português Contemporâneo: 1950 - 2010. Alfragide: editorial Caminho, 2012, pp 75 - 77.
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05/02/13

"Os dias começam-me de forma imprevista. Isto poderia ser uma boa definição da juventude. E, curiosamente, acontece-me."


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   tenho andado com a impressão de que há uma nova vida à frente. Não sei se é bom, se é mau. Sei que é engenhoso, sem ser contudo inquietante. A inquietude é algo que se vai perdendo com a experiência. A sua escala vai diminuindo e a qualidade de vida aumentando, pese o preço que se vai pagando por isso: as derrotas, as decepções, as perdas que lhes estão associadas, todas na medida maior, caso contrário não produzem efeito na escala insidiosa do que já foi inquietante.
   Quando se toca o fundo de uma série de histórias, acompanha-nos a respectiva dor e, ao mesmo tempo, um magnífico horizonte de recomeço. É precisamente dessa fórmula, desse encontro entre a dor e o recomeço que se pode diminuir a inquietude.
   Ficarei por Paris até ao Natal. Tenho estado hospedado na suite da Patrícia, uma herança que ela agora usa para hospedar amigos. Esta independência tem servido para me confrontar com algum desconhecido. Chega-se a este ponto da vida com a impressão de que só se desconhece ciência e cultura. Ou seja, aquilo que as diferentes cátedras são capazes de nos injectar durante uns parcos tempos nos bancos rotineiros das universidades. Mas o espanto está no resto. Tem-me espantado o grau de desconhecimento sobre a humanidade dos humanos. Quero dizer, o que ainda  não sei sobre o sorriso de milhões, sobre as lágrimas de outros tantos, sobre a insinuação do mundo, sobre o anseio que paira na tal humana humanidade que possui o universo. E isso tem-me dado um inumerável aumento de horizontes que é um pouco estranho à nossa idade.
   Quando penso que já vivi a maior parte da vida, sinto uma certa avareza por perceber que o tempo é muito pouco para chegar satisfatoriamente a essas emoções e pensamentos que têm os outros e que nos mudam.
   Há dias ouvi uma conversa entre uma rapariga e uma vendedora de flores em Saint-Michel que me povoou a manhã. A vendedora de flores tinha uma genuína apropriação emocional da sua profissão. Ela sabia sempre, pelo olhar que os clientes lançavam às flores, a quem se destinavam. Sabia o significado que lhes davam no momento da escolha: as esperanças, os refúgios, as perdas, a dedicação, sabia os códigos das flores no coração alheio. E isso é a tal humana humanidade de que te falava e para a qual já há pouco tempo para apreciar, para saber, mas que é um autêntico atlas.
   Quando já se andou por quase todos os continentes, como é o meu caso, parece que já quase nada nos pode espantar. Mas não. Há um lugar muito maior do que o mundo para descobrir e para fruir. A poética que encerra a viagem até ao outro é também ela um desafio de navegação com aspecto tão de infinito quanto a vista que se tem dos promontórios em direcção à linha do horizonte.
   Os dias começam-me de forma imprevista. Isto poderia ser uma boa definição da juventude. E, curiosamente, acontece-me.(...)
 
  Martins, Pompeu Miguel. Ficar. Fafe: Editora Labirinto, 2012, p 65 - 66.
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04/02/13

"Eu sempre gostei mais das pessoas estranhas (...) falam de assuntos de que nunca nos lembramos..."


   A Margarida tem umas mãos muito bonitas e quando joga ao berlinde connosco eu gosto de ficar a olhá-las e então lembro-me da vez em que me tocou o ombro, fazendo desaparecer por momentos a minha tristeza. Aquele único toque mudou a minha vida. Mas, a verdade é que continuarei só a olhá-la e a achar que é a mais bela rapariga, porque do outro lado tenho o Lininho, esse sim o melhor amigo e o melhor irmão do mundo. Acho que somos felizes os dois. Acho que nos bastamos. Pelo menos, até agora tem chegado, até porque o Lininho nunca me disse que era infeliz e, em segredo, eu pensei muitas vezes que, se eu fosse ele, seria certamente infeliz.
   Os meus amigos falam da Margarida como se falassem de uma pessoa muito estranha. Talvez por ela ser diferente e jogar connosco. Eu sempre gostei mais das pessoas estranhas. Surpreendem-nos, mostam-nos coisas diferentes, falam de assuntos de que nunca nos lembramos, reparam no que mais ninguém repara e dão valor ao que pouca gente dá. As pessoas estranhas são as que mais sabem sobre o que eu sinto. É pena que não haja uma pessoa estranha que perceba mesmo tudo. Se a Margarida percebesse tudo, eu pedia-a em namoro, assim só gosto dela e sou feliz, em segredo, com a sua estranheza.
 
   Martins, Pompeu Miguel. Ficar. Fafe: Editora Labirinto, 2012, p 29.
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03/02/13


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A poesia de José Carlos Ary dos Santos.
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01/02/13

"Os rapazes da tua idade nunca podem fazê-lo, a não ser muito excepcionalmente"

 
 
" E tu?" Falara com uma certa ansiedade, porque, de repente, a ideia de a filha gostar de um homem lhe pareceu quase monstruosa. "E tu?", repetiu.
Lisa, porém, sossegou-a. Riu um pouco, encolheu os ombros. "Não, está descansada. Gosto que ele goste de mim, é tudo. Ainda me sinto muito nova para criar problemas. Quero divertir-me." Ficou um momento pensativa e depois declarou: "Sabes, mãe, creio que nós, a gente nova de agora, temos uma coisa que vos faltou. Sabemos que é preciso aproveitar o tempo. Vocês..."
Dora perguntou-lhe: "Mas o que sabes tu de nós? "
"Calculo. Nós sabemos que a juventude é curta e tem de ser aproveitada porque aos trinta anos tudo acabou. E aproveitada da melhor maneira. Pensando no futuro, talvez. É importante, o futuro."
"Pensarás de maneira diferente quando os tiveres, disse Dora, que não ouvira as últimas palavras de Lisa. "Hás-de adiar o fim para os quarenta, depois para os cinquenta. E assim nunca te sentirás velha."
"Pensas assim, tu?"
"Oh, eu..."
"Mas a juventude, onde está?", prosseguiu Lisa. "Perdeu-se, de qualquer maneira. Então... Tu, por exemplo... Rejuveneceste, muito bem. Mas o que aproveitaste da vida? Até agora, quero dizer..."
Era uma pergunta difícil para aquele dia. Dora Rosário, porém, dominou-se, conseguiu responder aquilo que teria respondido antes da conversa nocturna com a sogra: "Fui feliz com o teu pai."
Lisa duvidou gentilmente: "Sim, talvez. Mas achas que basta para a vida de uma pessoa oito ou dez anos de felicidade, se assim lhe queres chamar? E o que veio depois? As dificuldades, tudo isso? A vida tem de ser toda aproveitada, é o que nós sabemos. Só me quero apaixonar por quem eu quiser. Por alguém que me garanta segurança, compreendes?"
Dora Rosário disse: "Os rapazes da tua idade nunca podem fazê-lo, a não ser muito excepcionalmente", e Lisa assegurou com ar sonhador e um tanto sibilino: "Por isso mesmo."
As raras conversas a sério que tivera com Lisa haviam-lhe deixdo sempre, como aquela, um travo na boca. A filha parecia conhecer a vida antes de a ter vivido, parecia liberta de todos os espantos antes de se ter espantado.
 
 
    Carvalho, Maria Judite de. Os Armários Vazios. Mem Martins: Pub. Europa-América, 1993, pp 52 - 54.
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30/01/13



                    " (Parte final da) Carta 4 De Hipérion para Belarmino  "


   Depois o antigo deus do Sol ergueu-se na sua eterna juventude, satisfeito e sem esforço como sempre, e o imortal Titã voou para o alto com as suas próprias inúmeras alegrias e sorria para baixo, para a sua terra deserta, para os seus templos, as suas colunas, que o destino tinha derrubado diante dos seus olhos, como as folhas secas de roseira, que uma criança ao passar irreflectidamente arrancou e espalhou pela terra.
   Sê como este! Disse-me Ádamas, agarrou-me na mão e apontou-ma na direcção do deus, e para mim era como se os ventos matinais nos levassem para longe, fazendo-nos chegar até ao séquito desse ser sagrado, que agora subia aos cumes do Céu, amável e grandioso, e nos enchia maravilhosamente, a nós e ao mundo, com a sua força e o seu espírito.
   O meu ser mais íntimo ainda se alegra e se entristece, com cada palavra que Ádamas então me dirigiu, e não entendo a minha indigência, quando tantas vezes me sinto como ele nessa altura era forçado a sentir-se. O que significa a perda, quando o homem assim se encontra no seu próprio mundo? Em nós está tudo. Que importa ao homem então que um cabelo caia da cabeça? Porque procura ele a servidão, quando poderia ser um deus? Sentirás a solidão, meu amado! também me dizia então Ádamas, serás como o grou, que os seus irmãos deixam para trás na estação rigorosa, enquanto procuram a Primavera em terras longínquas.
   E é isto, meu caro! É isto que nos torna pobres no meio das riquezas: por não podermos estar sós, por o amor não morrer em nós enquanto vivermos. Dá-me de novo o meu Ádamas e vem com todos os que me pertencem, para que o antigo mundo belo entre nós se renove, para que nos reunamos e unamos nos braços da nossa divindade, da Natureza, e, olha! assim não sei o que é a indigência.
   Mas não diga ninguém que o destino nos separa! Somos nós, nós! Nós é que nos comprazemos em lançarmo-nos na noite do desconhecido, na fria estranheza de um qualquer outro mundo e, se possível fosse, deixaríamos a região do Sol para ultrapassar as fronteiras do planeta. Ai! para o peito indómito do homem não é possível ter uma pátria; e tal como o raio de sol, que faz crescer as plantas da terra, de novo as cresta, assim o homem mata as doces flores  nascidas no seu peito, as alegrias da afinidade e do amor.
   Parece que fiquei enfurecido por o meu Ádamas me ter deixado, mas não lhe guardo rancor. Oh, ele até queria voltar!
   Dizem que nas profundezas da Ásia existe, oculto, um povo de rara perfeição. Nessa direcção o impeliu a sua esperança.
   Acompanhei-o até Ios. Foram dias amargos. Aprendi a suportar a dor, mas para tal separação não existiam em mim as forças necessárias.
   A cada momento que nos aproximava da hora derradeira, tornava-se cada vez mais evidente quanto este homem estava no tecido do meu ser. Tal como um moribundo retém a respiração que se escapa, assim eu o retinha.
   Junto ao túmulo de Homero passámos ainda alguns dias, e Ios passou a ser para mim a mais sagrada de entre as ilhas.
   Por fim, apartámo-nos. O meu coração estava cansado de lutar. No momento derradeiro já estava calmo. Estava diante dele de joelhos, abracei-o com estes braços pela última vez. Dá-me a tua benção, ó meu pai! disse baixinho, erguendo para ele o olhar e nele se rasgou um sorriso e a sua fronte distindeu-se perante as estrelas matinais e o seu olhar penetrou os espaços celestes. - Guardai-mo, exclamou ele, ó espíritos de um tempo melhor! e elevai-o até à vossa imortalidade e que vós, todas as forças amáveis do Céu e da Terra, sejais com ele!
   Há um deus em nós, acrescentou ele com mais serenidade, que dirige como as águas correntes, o destino, e todas as coisas são o seu elemento. Que seja ele, mais do que tudo, a estar contigo!
   Assim nos separámos. Adeus, meu Belarmino!
 
 
     Holderlin, Friedrich. Hipérion ou o Eremita da Grécia. Lisboa: Assírio & Alvim, 1997, pp 31 - 33.
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29/01/13

 
            #  539.  Holderlin
  
 
    Uma das mais significativas personalidades do romantismo literário é o poeta Friedrich Holderlin (1770-1843), que foi amigo de Schelling e de Hegel e admirador de Fichte. O seu romance Hiperion no qual exprime os seus ideais e as suas convicções filosóficas, é a história de um Grego moderno, que vive o sonho da infinita beleza e perfeição da Grécia Antiga. Encontra essa beleza encarnada na pessoa de uma jovem de quem se enamora, Diotima; e abandona Diotima para traduzir na realidade o seu ideal de perfeição espiritual e decide-se a combater para reconduzir a sua pátria a esse mesmo ideal. Mas só encontra imperfeições e desilusão; renuncia então à sua amada, retira-se para a solidão, alimenta-se do seu sonho e acaba por gozar e exaltar a sua própria dor. No seu enredo, o Hiperion contém todos os traços da concepção romântica. Mas a obra está disseminada de considerações filosóficas que revelam claramente a influência de Fichte e Schelling. O ideal helenizante de Hiperion é na verdade o ideal romântico. "Ser uno com o todo, esta é a vida dos deuses, e o céu do homem! Ser um com tudo o que vive, voltar através de um sagrado esquecimento de si próprio, ao todo da natureza, tal é o vértice dos pensamentos e das alegrias, tal é o cume sagrado da Montanha, a sede da eterna quietude".  Este todo, que é uno, é o infinito que vive e se revela no homem. Mas o homem não pode alcançá-lo apenas com o pensamento e a razão. "O homem é um Deus quando sonha, um mendigo quando pensa", diz Holderlin. Só a beleza lhe revela o infinito; e a primeira filha da beleza é a arte, a segunda filha é a religião, que é o amor da beleza. A filosofia nasce da poesia porque só através da beleza está em relação com o Uno infinito. "A poesia é o princípio e o fim da filosofia. Assim como Minerva surge da cabeça de Júpiter, também a filosofia surge da poesia de um ser infinito, divino". "Do simples intelecto não nasce nenhuma filosofia porque a filosofia é mais do que o não limitado conhecimento do contingente. Da simples razão não nasce nenhuma filosofia, porque a filosofia é mais do que a exigência cega de um infinito progresso na síntese ou na análise de uma dada matéria." Nestas palavras o princípio do infinito de Fichte encontra já a sua crítica e a sua correcção romântica. E em Holderlin se encontra também a outra característica do espírito romântico: a exaltação da dor. "Não deve tudo sofrer? Quanto mais elevado é o ser maior o sofrimento. Não sofre a sagrada natureza?... A vontade que não sofre é sono, e sem morte não há vida". Hiperion acaba por exaltar a sua própria dor: "Ó alma, beleza do mundo, indestrutível, enfeitiçante! Com a tua eterna juventude existes; mas o que é a morte e toda a dor do homem? Muitas palavras vãs fizeram os homens estranhos. Tudo nasce portanto da alegria e tudo termina na paz". Esta conciliação do mundo que Hegel consegue através da dialéctica da ideia, consegue-a Holderlin com o sentimento da beleza infinita.
 
 
 Abbagnano, Nicola. História da Filosofia, Volume VIII. Lisboa: Editorial Presença, 1970, pp 247 - 248 (Tradução de António Ramos Rosa e António Borges Coelho).
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27/01/13

" Um fogo interno lança/ A luz na nossa mente. "

 
 
                       " Hino 5 ( Final) "
 
 
 
....     ....     ....     ....
 
 
Aquele que ama e crê
Não chora num sepulcro,
Do amor os doces bens
Ninguém rouba nenhum.
A noite que inebria
Abranda-lhe a saudade -
Do céu os melhores filhos
O coração lhe guardam.
 
A vida descansa
Na Vida eternamente;
Um fogo interno lança
A luz na nossa mente.
Jorram as estrelas
Vinho da vida d'oiro,
E nós vamos bebê-lo
E ser um astro loiro.
 
Pródigo dom, o Amor
Cessa a separação,
Da vida o infindo mar
Em plena ondulação.
Noite d'êxtase só -
Um poema infinito -
O sol de todos nós
É o rosto divino.
 
 
     Novalis. Os Hinos à Noite. Lisboa: Assírio & Alvim, 1998, p 53 (Prefácio e Tradução de Fiama Hasse Pais Brandão).
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25/01/13

Apresentação de livro...

 
 
(Apresentação do romance "Ficar" de Pompeu Miguel Martins na "Livª Pó dos Livros" no dia 25/1 )
 
 
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            Classicismo e Modernidade na Obra de Pompeu Miguel Martins

      O novo livro de Pompeu Miguel Martins, Ficar, apresenta-se-nos sob a forma de uma narrativa que se vai desenvolvendo ao longo de 36 capítulos, contudo, estes capítulos não se nos dão através de uma qualquer linearidade narrativa, mas antes por um encadeamento tecido de acordo com a idade do narrador, este – autodiegético e omnisciente -, vai, assim, expondo os vários episódios da intriga de acordo com três categorias cronológicas distintas: a infância, a juventude e o fim da idade adulta início da velhice. A esta cisão da voz do narrador acrescentar-se-ão outras características ao nível das categorias da narrativa, que afastarão definitivamente o romance da Pompeu Miguel Martins das concepções romanescas que permaneceram sobretudo até à década de 50, isto é, da clássica concepção de romance que vigorou de Eça e Camilo até Carlos de Oliveira (os primeiros romances) e Ferreira de Castro: uma concepção linear da narrativa onde o tempo cronológico correspondia ao tempo do discurso, ao tempo por que se apresentavam os vários acontecimentos. Será, por conseguinte, a partir dos anos 50 que, sobretudo Agustina Bessa-Luís (Sibila, 1954) e Vergílio Ferreira (Aparição, 1959) - mas também Fernanda Botelho e Augusto Abelaira com os seus primeiros romances -, “incendeiam o romance português de perspectivismos narrativos, espaciais e temporais.” ( In Miguel Real, “O Romance Português Contemporâneo: 1950 – 2010”, p 84). Vemos, pois, que esta obra de Pompeu Miguel Martins, e neste aspecto, se integra antes nesta segunda opção estilística e não na primeira mais própria dos romances ligados ao neo-realismo e ao presencismo. Outros elementos de Ficar podem ainda ser acrescentados: um, se o narratário da estória é predominantemente extradiegético, não deixa de ser interessante, que, por vezes, o narrador mude o rumo do seu dizer e se vire para um destinatário que faz parte integrante da narrativa:

“ Como é belo, Magda, um coração que palpita na ignorância do tempo. Quanto tempo bateu o teu coração assim? Quantas vezes foste o que não soubeste? Quantas vezes foste apenas o que sentiste? E era assim Portugal, o nosso tão íntimo Portugal, meu amor (…) um país que mais ninguém soube senão nós. Lembras-te, Magda?” ( In “Ficar”, p 84);

dois, a modernidade desta obra, e no que diz respeito à fragmentação do próprio texto, é ainda corroborada pelo facto do narrador chamar a si o género e o subgénero literário que melhor se adapta ao momento da enunciação, assim, vemo-lo saltar de um registo onde sobressai o ingénuo e o infantil ( cf. capítulos ligados à infância):

“ Há meses que o Lininho deixou de falar da mãe. Há meses que deixei de lhe falar da nossa mãe para que ele não fique triste. Se ele voltar a falar, eu falo. Caso contrário, não tocarei tão cedo nesse assunto. Tenho medo de o ver chorar. (In “Ficar”, p 96)

 para outro mais emotivo e engajado (cf. capítulos da juventude) ou ainda para um registo vernacular e erudito (cf. capítulos do envelhecimento):

“ As leituras têm inúmeras cadências. Todas elas vocacionadas para que mudemos o nosso mundo. As leituras de fuga, carregadas de fúria, onde soubemos erguer a juventude e as suas contradições (…) As leituras de infância, tão lentas, tão longas, ainda que de histórias brevíssimas, a explicar-nos tão claramente (…) que a única coisa objectiva é a subjectividade que cada coisa encerra em si mesma, que cada fantasia tem sempre uma feroz correspondência ao mais imanente objecto, à mais tangível e terrena situação. “ (In “Ficar”, p 77)

vemos igualmente o narrador passar, por vezes, e de acordo com as exigências da narração, do romance-ensaio – a fazer-nos lembrar, em certos momentos, algumas das obras de Vergílio Ferreira, aliás, e a título de curiosidade, seria interessante inventariar no livro de Pompeu Miguel Martins a expressão “para sempre” (pp 33, 67, 73, 90 etc.), no que nos pareceu ser uma homenagem àquele existencialista – para uma escrita assumidamente realista e lírica. Mas em Ficar podemos ainda encontrar o epistolar (pp 65-66 e p 67), assim como o poético ( exº: o último parágrafo da página 42 é nitidamente poesia escrita em prosa!). Paralelamente a tudo o que temos vindo a dizer, e que integra o romance de Pompeu Miguel Martins no seio de uma escrita contemporânea, ocorre um assumidamente clássico manipular do léxico e da gramática, facto – aliás – que pode ser encontrado em alguns dos nossos grandes prosadores atuais: escutemos  Miguel Real falando de Gonçalo M. Tavares: “ Se, perturbando o leitor, a apresentação estilística das ideias, nos livros de prosa Gonçalo M. Tavares, é nova e a sua manipulação fundamentada na evidenciação de uma lógica paradoxal, a gramática, essa, é a mais clássica – frase curta, componentes sintáticos no seu lugar, a tentativa bem-sucedida de fazer corresponder com clareza uma ideia a um parágrafo. Porém, como as ideias se torturam labirinticamente entre si, as frases ondeiam arrastando o leitor para uma contínua abertura ao espanto…” (In “ O Romance Português Contemporâneo: 1950-2010”, p 164).

Este classicismo de Pompeu Miguel Martins no que diz respeito à ordenação do sentido e do código acaba mesmo por ser ilustrado por uma cena em que o narrador se encontra em “St Germain a beber café com leite. A reler pela milésima vez a Marguerite “ ( cf. p 42), ora, se atendermos à data do episódio e ao facto de estarmos ante releituras, só se pode estar a falar da Yourcenar ou, quando muito, da Duras da primeira fase. Neste aspecto, portanto, Ficar demarca-se dos romances de carácter desconstrucionista, que nas décadas de 60 e 70 ganharam foros de cidadania: Maria Gabriela Llansol ( Os pregos na erva, 1962), Maria Velho da Costa (Maina Mendes, 1969), José Cardoso Pires (O Delfim, 1969), Nuno Bragança (A noite e o riso, 1969), Rui Nunes (Sauromaquia, 1974) e de novo Carlos de Oliveira (Finisterra, 1978) e Fernanda Botelho (Lourenço é nome de jogral, 1971). Se a Pompeu Miguel Martins, à imagem de muitos destes romances de 60/70, interessa mostrar a “desconstrução” das instituições políticas e sociais dominantes, os meios utilizados, no entanto, aproximam-no antes desse realismo que  vem dos anos 80 até aos nossos dias e que, por exemplo, o colocam junto de João de Melo (Gente feliz com lágrimas, 1988), João Aguiar (Navegador solitário, 1996) e Lídia Jorge (O vento assobiando nas gruas 2003 e Combateremos a sombra, 2007). Seria mesmo interessante uma análise intertextual de Ficar com os romances desconstrutivistas, bem como com estes dois de Lídia Jorge, veríamos que, ao contrario dos primeiros, a Pompeu Miguel Martins não interessa a autonomização absoluta da categoria do tempo em relação ao espaço e que, como em Lídia Jorge, as descrições, as reflexões e as especulações jamais perdem de vista a realidade concreta. Em Pompeu Miguel Martins as experiências com a linguagem apenas importam para uma intensificação da poeticidade de um excerto ou para a clarificação racional de uma qualquer especulação de cariz filosófico, jamais lhe interessa que o seu romance adquira uma autonomia semântica e sintática relativamente à realidade concreta que o narrador rememora ou vivencia. E é neste sentido que se enfatiza a já citada modernidade desta obra na qual se incrustam, de modo não determinante, os aspectos clássicos também aqui referidos. Ao falarmos de especulação e de clarificação racional ocorre-nos a veemente salvaguarda do primado do estético, enquanto território de universalidade, levada a cabo por Harold Bloom contra diversas correntes teóricas como o novo historicismo, o neomarxismo, o multiculturalismo, etc.: Bloom, ao fundamentar a centralidade de Shakespeare no cânone ocidental, e enquanto enumera variáveis e justificações de tal posição, refere que o dramaturgo inglês “ dá origem à descrição de mudança individual dos seres na base da escuta de si mesmos” (In “ O cânone ocidental “, p 60), e continua: “ A partir de Falstaff, Shakespeare acrescenta à função da escrita imaginativa, que era instrução do modo como se deve falar aos outros, aquela que é hoje a lição dominante (se bem que mais melancólica) da poesia: como se deve falar com nós mesmos. “ ( Idem, p 61). Ora, é exactamente tudo isto que gostaríamos de unificar: o romance Ficar de Pompeu Miguel Martins, apesar de incluir, não só toda a caracterização já referida, mas também os mais diversos monólogos de cariz político, ético, antropológico e metafísico, não se apresenta como um desarticulado teórico-narrativo, mas antes como uma unidade coerente e dotada de sentido a valorar, não numa perspectiva ideológica e/ou historicista – apesar das inúmeras descrições sócio-políticas -, mas exclusivamente através de uma grelha literária e estética e, nesse sentido – como Bloom diz de Shakepeare –, é uma belíssima lição sobre a escuta e o estar-aqui dada por um eu falando consigo mesmo:

“ Talvez um dia eu consiga olhar para as ruas da Vila e não me lembrar do que magoa. Só me magoa o que me falta. O que já tive e não tenho. Quando vou de casa para a escola, olho para o chão e vejo o que está diferente de um dia para o outro. As marcas, a sujidade, as folhas que caem das árvores, um pedaço de papel, uma corisca de tabaco. E, olhando as diferenças, penso nelas e nas histórias que lhes podem estar associadas (…). A vida diferente que cada um leva complica tudo. É como estar a jogar um jogo em que se tem de aprender novas regras a cada instante. O encontro das pessoas é um interminável e difícil jogo.” (In Ficar, p 86).

Apesar desta obra referir à saciedade o Tempo (significando-o inclusivamente com maiúscula), não nos pareceu ver nela, como objectivo primordial, um deambular em torno dessa entidade: aqui aborda-se fundamentalmente a partilha daquilo que no ser humano é íntimo. O tempo, enquanto categoria da narrativa, aparece fragmentado: o tempo histórico (Estado Novo e pós-25 de Abril); o tempo cronológico (infância, juventude, envelhecimento); o tempo do discurso (os acontecimentos não se apresentam de forma linear, mas segundo o esquema: A,B,C; A,B,C, etc.); o tempo psicológico jamais é experienciado pelo narrador de modo contínuo e raramente coincide com a acção, pelo que várias vezes ele recorre a: analepses, prolepses, resumos e elipses e, finalmente, o Tempo enquanto categoria ontológica não é mais do que o palco em que a partilha do “si-próprio” ocorre:

Tinha a certeza de que nos encontraríamos para sempre nesse lanche, ao longo de uma tarde de que jamais nos haveríamos de esquecer.” ( In Ficar, p 26)

Começarei por guardar a minha intimidade, sabendo que há-de ser a espécie mais ameaçada (…). Começarei pela intimidade porque aí guardo o maior segredo da minha existência: o de nunca abdicar do lado íntimo da cada coisa, por mais pequena que seja. Não acredito em coisas insignificantes. Tudo tem um significado…” ( Idem, p 27)

… a caminho e Monmartre dava azo à minha felicidade e garantia-lhes o quanto se gravam nos sítios as emoções que nos tornam únicos quando somos íntimos. “ (Idem, p 50)

Logo a partir das primeiras páginas deste livro Pompeu Miguel Martins estabelece uma distinção da qual nunca se afasta ao longo da obra: o que permanece, o que fica para sempre e, por outro lado, aquilo que passa, o efémero. E o que fica é essa partilha do mais íntimo de cada ser (daí ele dirigir-se frequentemente a Magda apesar da morte desta, dito de outro modo: o relacional permanece apesar da ausência física de um dos elementos da relação):

Era mesmo isto o que eu tinha para te dizer, Magda. O que eu tinha para nos dizer, neste tão difícil regresso a casa e às nossas coisas. O primeiro verbo que o Tempo pronuncia não é o verbo ser, é o verbo ficar. Nunca te esqueças, tudo o que vive, vive para ficar. E logo a seguir o Amor, Magda, logo a seguir.” (In Ficar, p 102)

Repare-se na imediata substituição do “te” pelo “nos” logo no início do excerto: a partilha amorosa (“Logo a seguir o Amor…”) deriva necessariamente dessa fusão do íntimo (te/nos), que, no entanto e paradoxalmente, nunca anula a individualidade – quando se comunga com o Outro, no Tempo, aquilo que é da ordem do essencial, tudo o que é diminuto e insignificante desaparece, e o que se alcança é da ordem do Eterno, nada já pode ameaçar a sua Presença, o seu FICAR.

 

                                                              VICTOR   OLIVEIRA   MATEUS

 


24/01/13

"(...) todo o lugar se elevou no ar mansamente ... "

 
 
                                    "   Hino  3  "
 
   Outrora, quando vertia amargas lágrimas, quando, diluída na dor, a minha esperança se desfez e eu me encontrava sozinho sobre o estéril montículo que encerra em negro e estreito espaço a imagem da minha vida - só, como jamais alguém esteve, impelido por um medo indizível - inerme, tão somente com um único pensamento ainda, o da carência. - Quando olhava em meu redor em busca de auxílio, sem que pudesse avançar nem recuar, preso por uma saudade infinita a essa vida extinta e fugidia: - eis que da distância azulada - dos altos cumes da minha antiga bem-aventurança, veio um frémito de crepúsculo - e de súbito romperam-se os vínculos do nascimento - a cadeia da Luz. Para longe de mim se voltou o curso do esplendor terreno e com ele, o meu luto - e também a melancolia fluiu para um novo mundo, infundamentado - e tu, exaltação nocturna, torpor do Céu, vieste sobre mim - todo o lugar se elevou no ar mansamente; e sobre o lugar pairou o meu espírito, desvinculado, de novo nascituro. Em nuvem de poeira se converteu o montículo de terra - e através das nuvens vi a fisionomia gloriosa da Amada. Nos seus olhos repousava a Eternidade - prendi-lhe as mãos, e as lágrimas eram um laço cintilante, irrompível. Milénios perpassaram a caminho dos longes como intempéries. Suspenso do seu colo, chorei lágrimas de deleite pela nova vida. - Foi ese o primeiro e único sonho - e somente desde então tenho uma fé eterna e imutável, no Céu da Noite, na sua luz, a Amada.
 
 
   Novalis. Os Hinos à Noite. Lisboa: Assírio & Alvim, 1998, pp 25 - 27 ( Prefácio e Tradução de Fiama Hasse Pais Brandão).
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23/01/13

 
    " Qual o Voo Do  Poeta? "
 
 
Aqui chegados a esta catedral aberta
logo nos disseram que nós, poetas,
espécie zoológica de antenas cegas,
nada tinhamos que ver
com uma missa de defuntos.
 
Houve um pescador afogado. Fraca coisa
para poetas alheios a trivialidades
e a fait-divers. Alguém nos alertou:
"É ver como o afogado se vai erguer
do seu catafalco de bambus
e voar nas asas
do seu ventre inchado de balão".
 
E mais: "Todos os que andaram
com ele neste mar de tufões,
mas ainda vivos, hão-de um dia voar do mesmo modo,
o trajecto em V das aves
que para onde uma vai todas vão."
 
Vimo-las já sobre a praia de Cheoc Van,
praia nem sempre de esperanças.
 
Eu e tu entrelaçamos os dedos.
Pertencíamos, poetas, também a um mundo de asas,
mas as nossas não eram para a força daquele voo.
 
 
  Torres, Alexandre Pinheiro. Trocar de Século. Macau: Fundação Oriente, 1995, p 79.
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22/01/13



  " As Vidas Todas Numa Só "


Abaixei-me para apertar os cordões dos sapatos
e então desabou toda a cidade em cima de mim:
arranha-céus muito mais precários
que a filigrana de São Paulo,
a ponte da Taipa,
e até a Universidade do Saber Nenhum.

Pessoas desconhecidas cujas vidas só adivinhando,
nenhuma sem nada a ter de ver comigo,
arrancaram-me dos escombros.

Sorriram, olhos quase fechados (uma pequena janela?)

E, de súbito, soube das suas vidas:
a filigrana de São Paulo na estrada de Damasco.

Foi este o incêncio sem palavras.

Por isso tais vidas só de olhá-las tão alheias
não me deixam em paz.
Persigo-as desde o Beco das Três Noras
até ao dos Fogões ou das Latrinas
ou à seca Fonte da Inveja.

Tais vidas vivo-as:
são também minhas.
Estão-me junto aos olhos como óculos.


  Torres, Alexandre Pinheiro. Trocar de Século. Macau: Fundação Oriente, 1995, p 21.
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